Desaparición Forzada Y Terrorismo De Estado En México

La desaparición forzada de personas por motivos políticos en nuestro país constituye una experiencia que ha sido invisibilizada del espectro nacional. Han sido los esfuerzos de los familiares de detenidos-desaparecidos organizados, como la Asociación de Familiares de Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos (AFADEM), quienes han permitido, a fuerza de insistencia y resistencia posicionar este tema en el debate, local y regional e incluso, en el ámbito internacional. Comprendida como un delito de lesa humanidad, la desaparición forzada fue practicada por el Estado y sus fuerzas militares asiduamente durante la década de los setenta. Fue el estado de Guerrero, y particularmente la región de la Costa Grande y Sierra, con acento en el municipio de Atoyac, los lugares en los que se cometió con mayor frecuencia.

No parece casual, la Sierra de Atoyac fue escenario de la emergencia de dos fuerzas guerrilleras emblemáticas: La Asociación Cívica Guerrerense (ACG) y el PArtido de los Pobres (PDLP) encabezados por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas respectivamente. Ambas guerrillas irrumpieron en la región después de buscar recepción a sus demandas de democracia y justicia por la vía legal. La respuesta del Estado fue brutal, a las prácticas de la detención arbitraria, reclusión en cárceles clandestinas, tortura e intimidación, se sumó la desaparición forzada como na forma de represión sistemática.

La recuperación de los recuerdos de la población como el estado de sitio, el toque de queda, el control sobre el tránsito de alimentos, los salvoconductos, los retenes militares, la concentración de la población en la cancha de basquetbol para llevárselos detenidos y desaparecerlos, el desplazamiento forzado y la concentración de población conocida como aldea vietnamita, constituyen prácticas represivas cuyo objetivo fue el de causar terror en la población.

Este terror no necesariamente fue dirigido a quien pudiera ser considerado como transgresor de la ley, buscaba amedrentar a la población, las detenciones se hacían a plena luz del día, en retenes militares frente a testigos, familiares y vecinos. la vida cotidiana se redujo entonces a definir estrategias para enfrentar el estado de violencia ejercida por el Estado mexicano.