Integración Latinoamericana, Fronteras Y Migración, Los Casos De México Y Venezuela

Durante la última década, la integración regional del Continente Americano ha sido una cuestión de gran interés económico y político para los Estados Unidos, nación que en el marco de su perspectiva de seguridad nacional busca imponer su hegemonía como parte de una Nueva Gran Estrategia, y consolidar un bloque geoeconómico y geopolítico en la lucha interimperialista contra otras naciones poderosas por dominar los mercados regionales y mundiales. La integración de Canadá y México a Estados Unidos en el Área de Libre Comercio de América del Norte (ALCAN), mediante un tratado de libre comercio que entró en vigor el 1° de enero de 1994, marca el inicio de tal proceso, estableciéndose la cabeza y el modelo de integración subordinada para la posterior creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), propuesta en la Cumbre de Las Américas en diciembre de ese mismo año por el entonces presidente William Clinton y aceptada por 32 jefes de Estado de todo el continente, la cual sería la culminación de dicho esfuerzo; aunque las negociaciones para su concreción han sufrido serios reveses por diversas razones tanto políticas como sociales. La firma de tratados bilaterales y multilaterales de libre comercio con países y bloques de naciones (el Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-Centroamérica y el Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-Región Andina, por ejemplo), es una forma alternativa de tratar de avanzar en dicha integración.

No obstante este accidentado avance en la integración continental, los impactos de los procesos de integración regionales y subregionales, ya sea impulsados por Estados Unidos o por países y bloques de países, se han venido dejando sentir de formas diversas durante este periodo. Estos impactos se muestran más claros y definidos en regiones específicas de los países que conforman este continente y particularmente en las franjas fronterizas, que son ciertamente laboratorios de la integración binacional, subregional, regional y hasta hemisférica. En nuestro continente son dos las fronteras en donde se muestran más fuertes estos impactos, debido a que son las más dinámicas en términos demográfico-migratorios, económicos, políticos, sociales y culturales: la frontera entre México-Estados Unidos, y la frontera entre Colombia y Venezuela. Y por ello las hemos escogido como estudios de caso en este libro.