Comparezco Y Acuso

Aquí está parte de mi vida, la de una mexicana del siglo XX, surcada por sus circunstancias e impulsada por su voluntad, por sus decisiones. Esta manera de mostrarlo, de relatarlo, no es casual, fue pensada como sustento de la tesis de que lo personal, en la vida de una mujer es indudablemente político, si a esto sumamos, el lugar, el tiempo, los acontecimientos que se entretejen en esas vidas, resulta que puedes llegar más lejos y entender el mundo y saber cómo colocarte en él.

Lo nombro Comparezco y acuso porque fueron y siguen siendo las preocupaciones al llegar a esta etapa de mi vida, de entregar, por un lado, mi experiencia a las nuevas generaciones, y por el otro, confirmar al Estado mexicano y su aparato represivo mi indignada denuncia.

Creo haber vivido una vida digna sin que esto me impidiera vivirla con gran intensidad, pero tengo mis deudas impagables. Reconozco el adeudo específicamente con las luchas que lograron la excarcelación de los presos políticos y el retorno de los exiliados, que hicieron posible mi regreso a estas amadas tierras, donde el dolor me alcanza en cada esquina y en cada sendero vuelvo a la herida sangrante, nunca cicatrizada, de la impunidad. Impunidad que nunca ha aclarado el paradero de los desaparecidos políticos, que no ha castigado a los culpables de aquellos crímenes.

Abarco infancia, toma de conciencia, detención, cárcel, exilio y repatriación porque son estas etapas las que marcaron mi vida y aunque mi trabajo asalariado actual, lo realizo como militante de mis proyectos; mis pasos tienen un ritmo y derrotero distintos.