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Hacia Los Orígenes De Occidente, Meditaciones Semitas
La ética comunitaria, que se distingue del orden moral vigente como Jerusalén de Babilonia, se juega en el tiempo del pasaje de la primera tierra hacia la tierra prometida. La “moral” no es la “ética”. Los constructores del nuevo orden son los profetas, los pobres por exigencias del Espíritu; ellos construyen así la ciudad utópica, la “nueva” Jerusalén, el orden futuro más justo. La praxis de los liberados en el desierto es “locura” para este mundo; es lo absurdo, sin sentido. El pueblo, en marcha desde su esclavitud hacia el futuro, tiene un “nuevo” código ético. No consiste en normas de una moral dominante. Son exigencias de una ética de liberación del pobre.
De esta manera los pobres, el pueblo, es evangelizado, recibe la “buena nueva” de su esperanza; se transforma en “actor” de la construcción activa del Reino. La eticidad de la bondad o santidad de su praxis no depende ya de la antigua ley. Es la praxis misma del profeta, del pueblo en camino, la norma viva, la nueva ley. De todas maneras, la nueva Jerusalén terrestre —no la escatológica, que significará la gloria sin retomo— puede totalizarse todavía, constituirse por ruptura con la alianza en un antiguo Egipto. Un nuevo orden moral. Hay que estar siempre atento y no dormirse en los laureles.